No te vi crecer, pero aún te sueño.
Sí, eres tu ese que lastimó la ilusión que vivía en mi corazón, ese que me hizo vibrar con una sonrisa y llorar con un adiós.
Sí, tú, el que aún recuerdo y no logro arrancar de mi cabeza.
El que en mi cuerpo su nombre tatuó y sus huellas permanecen en mi habitación.
Te sigo sintiendo, siento tu aroma, veo tu rostro, imagino que estas aquí, que no te has ido, pero no estás, solo existe el deseo de tenerte que me hace sentir que el amor aún vive; pienso que estas llenándome de amor y fuerza para seguir batallando la vida, abrazándome y diciéndome “¡vamos, fuerza!” como solías hacerlo.
Sé que esto no fue tu culpa, también se que aunque te hayas marchado tu me has de recordar, y yo aquí. ¿Cómo lograré olvidarte?
Sí, te recordaré con ternura pero sin consuelo, pensando que dejé ir al ser mas especial y dulce para amar.
Con tu partida te llevaste la ilusión de mi corazón, las ganas de creer y anhelar. Pero como ya te dije, no te sientas culpable, también he tenido errores y muchos, aunque sin reproche pregunto: ¿por qué la elegiste a ella? ¿ya no eres felíz?
Tal vez me faltó decirte “¡vamos, fuerza!”, y los fantasmas y temores se aprovecharán de tu soledad.
Ya han pasado dos años y siete meses del día que te quitaste la vida, y tu recuerdo sigue tan vivo en mí como el último día. Siempre me reprocharé el no haberte dicho lo mucho que te amé, y aún... te extraño.
Marcia Ramírez
5to 3ra Hum. Y Cs. Sociales
