Literatos Escuela Normal
  Leandro M. E. Sánchez
 

12 de octubre

12 de octubre de 1492, evento sin igual que conlleva a la ampliación del mundo occidental en todas las direcciones y rincones del planeta. Reminiscencia imborrable de las páginas de la historia de la humanidad, que late con un ímpetu desde el interior de la conciencia de las diversas sociedades, que, en rigor, parecen comprender las implicaciones del acontecimiento, pero que en realidad en sus mentes solo divagan sombras confusas atestadas de incertidumbre y que guardan la mayoría de las veces conceptos preconcebidos, ideas erróneas y que raras veces logran poseer algo de verosimilitud o de sentido. Pero, más allá de lo vulgarmente aceptado ¿Qué significó 1492?

Para responder a la pregunta en primer lugar se debe entender que existen diversas posiciones que se pueden adoptar al respecto. En resumidas cuentas no tuvo el  mismo significado para los actores que participaron en el descubrimiento que a las interpretaciones que podríamos efectuar hoy en día. El análisis del tema es sumamente complejo y el camino para una posición neutral desde la cual observar los hechos es ilusorio. Habrá muchos que presenten el 12 de octubre como el amanecer de algo positivo en el horizonte de las culturas, para ellos el descubrimiento es un encuentro que da inicio a un intercambio armonioso de bienes, de lenguaje, de tradiciones que enriquecen tanto a quienes habitaban esas tierras como a los europeos recién llegados. Esta visión es una completa falacia. Los documentos se encargan de demostrar que en la conquista a partir de 1492 es predominantemente un proceso de destrucción, de devastación de las culturas indígenas, de sus creencias, de sus costumbres, y eso sin mencionar las innumerables vidas que les fueron arrebatadas por los conquistadores. Los culturalistas que utilizan este argumento del encuentro y usan palabras como intercambio no hacen más que esconder la verdad ante los ojos de un pueblo ignorante  y matizar los efectos negativos que el 12 de octubre trae aparejado. Para ellos los indígenas y los conquistadores europeos se dieron amistosamente la mano, soltaron las armas y organizaron un gran banquete. ¿Qué decir de otras posiciones? La de que el descubrimiento se basó sobre todo en la destrucción y la devastación solamente, lleva también consigo los estigmas de un argumento que conduce a su propia ruina, porque creer que todo fue aniquilamiento es conceder a los españoles la imagen de unos sujetos endemoniados que trajeron enfermedades, violencia y que sembraron el caos entre los indígenas. Pero además es también creer que los amerindios se comportaron como seres inertes que no pudieron hacer más que resistir todo lo que sobre ellos se descargaba, para ellos los indígenas se arrodillaron inevitablemente frente a los españoles ni bien los vieron. De este modo, se olvidan de que, como actores ellos también generaron respuestas y resistencias, y en algunos casos hasta lograron pequeñas victorias.

Por otra parte ¿Es verdaderamente un descubrimiento lo que llamamos descubrimiento de América? Solo y únicamente si se toma el evento como un descubrimiento de ambas partes. ¿Y es un encuentro lo que se llama encuentro entre los españoles e indígenas? Decir que el 12 de Octubre los españoles encuentran a los indígenas es una mentira, en primer lugar fue, más bien un desencuentro: porque encuentro es una coincidencia entre las partes, una convergencia. Los españoles y los llamados americanos, jamás coincidieron y mucho menos al principio, sus intereses eran opuestos y entraban en contradicción. Los mal llamados encuentros tenían un carácter de fricción o conflicto. No existe coincidencia donde hay intereses de dominación.

La historia ha sido escrita por los ganadores y está manchada del orgullo europeo y siempre se ha dejado de lado la historia que podrían contar los vencidos. Aquellos que incluso hoy no tienen voz y a quienes los gobiernos despojan de sus tierras, que de antaño les pertenecen.

De diversas maneras se han incurrido en errores y mal interpretaciones de lo que en realidad fue 1492. En principio el 12 de Octubre tenido por todos como fecha válida para conmemorar, pertenece al calendario Juliano y según el que está vigente, el Gregoriano, la fecha sería el 21 de Octubre cuando Colón llega a América. Pero además, América es mal llamada América su nombre deriva del nombre del navegante italiano Vespucio, decirle Nuevo Mundo es otro error, ya que este continente existió paralelamente con Europa aunque estuvieron asilados entre si durante mucho tiempo.

Rodrigo de Triana el que grita ¡Tierra! En realidad se llamaba Juan Rodríguez Bermejo. También hubo innumerables prejuicios que, incluso hoy suelen conservar vigencia, Hegel llamó al continente nuevo continente sin historia, de geografía inmadura. El conde de Bufón, un naturalista, dijo que en América hasta los pájaros cantaban mal. En resumen, Aquel evento al que hoy evocamos sin ninguna clase de cuestionamiento previo, ha sido un recurso al que se ha acudido para remarcar la preeminencia de la civilización europea como el modelo a seguir, recurso que fue bañado en las aguas de la alteridad y la discriminación racial.

Incluso en la actualidad, para quienes descienden de pueblos y civilizaciones precolombinas, esta fecha no implica más que el día en el que se inició un proceso que culminaría posteriormente con la destrucción total o, en los casos más afortunados, parcial de culturas milenarias, de civilizaciones enteras, protagonizada por el vehemente anhelo de riqueza, de poder, por la convicción ciega, el etnocentrismo exacerbado de hombres que, cubiertos  bajo la égida de una religión intrínsecamente contradictoria se encargaron de tomar aquello que no les pertenecía, y que, de hecho jamás lo hará.

Aún habiéndose descalificado el término “raza”, continuamos aplicándolo, continuamos utilizándolo, oyéndolo en las palabras de algún discurso vacío, en la voz de algún conformista, de algún mediocre orador. En las páginas de los libros, en los medios. Se continúa fomentando la aceptación a esta aberrante distorsión de la realidad más evidente. Y festejamos el “día de la raza”, cabizbajos, con orgullo infundado, o con la mente en nuestros asuntos, para continuar con nuestras vidas, y diferenciar a quienes no poseen nuestra cultura, a quienes no poseen nuestra etnia, nuestros orígenes ni costumbres como lo hicieron nuestros ascendientes europeos hacia finales del siglo XV.

Debería resultarnos inconcebible el hecho de que estemos presenciando un acto en conmemoración a ésta fecha cuyas implicaciones negativas atentan contra nuestra  concepción de dignidad humana, y que no nos atrevamos a quitarnos de nuestros ojos el oscuro vendaje del prejuicio que nos han colocado desde hace más de 500 años.

En resumen, la interpretación del 12 de octubre como un día que amerite ser celebrado es por demás cuestionable. No hay nada que celebrar, más bien hay un debate que merece ser resuelto.

Bastará con decir que el hombre, a partir de 1492 emprendió un viaje que aún no ha concluido, un viaje que lo llevará a una búsqueda de la naturaleza humana, con el solo objetivo de descubrirse a sí mismo.

 

 

 

 

 

 

Leandro M. E. Sánchez
5to 3ra Hum. y Cs. Soc.

 

 
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